Lo contrario a la inseguridad no es la seguridad, es la convivencia.
Que la cultura y el arte pueden
transformar sociedades, es bien sabido y comprobado en todas partes del mundo,
y muchos políticos lo recitan, aunque sea de la boca para afuera.
Jorge Melguizo y Félix Manito son dos de las personas que han
sobrepasado el discurso y han llevado a la práctica, en Medellín y en Barcelona
respectivamente, todo eso que en teoría suena muy bien pero que
pocos hacen realidad.
Sobre
su experiencia en la transformación de Medellín de ciudad peligrosa a ciudad
cultural, conversamos con Melguizo. Aquí un extracto de esa conversación:
"Esa es la primera condición. Si uno de verdad cree que en la educación y la cultura está una parte de la respuesta a los problemas de nuestra sociedad, tiene q volver eso decisión política y presupuestar para ello. Lo contrario a la inseguridad no es la inseguridad, es la convivencia. Por lo tanto, la manera de construir seguridad no pasa sólo por la policía, la vigilancia o el fortalecimiento de los aparatos de control, sino por la generación de convivencia, que se obtiene con proyectos sociales, educativos y culturales de muchísima envergadura"
¿En qué consistió ese cambio fundamental de Medellín por el cual
se ha hecho tan famosa esa ciudad?
Nosotros utilizamos la educación y
la cultura como herramientas fundamentales para la transformación de la ciudad.
Medellín venía de ser la ciudad más violenta del mundo y con más corrupción en
el país. Nosotros ganamos la Alcaldía mediante un movimiento cívico que no
pertenecía a partidos políticos, y al llegar pusimos el 40% del presupuesto
público de la ciudad en educación y el 5% en cultura. Antes eran el 12% y 0.64%
respectivamente.
Nos dedicamos a dos ejes: la
ingeniería cultural y la jardinería cultural. El primero consistió en diseñar
un sistema municipal de cultura, a hacer un plan de desarrollo cultural a 10
años, a trabajar grandes equipamientos culturales. La jardinería cultural
se trató de llenar de contenido ese proyecto cultural de dos maneras: primero,
con nuevas apuestas de la cultura, como la feria del libro y la cultura, y en
segundo lugar, a reconocer escuchar y potenciar lo que ya existía en barrios de
la ciudad y organizaciones culturales. Ese ha sido uno de nuestros aciertos, el
reconocimiento y potenciación de la cultura que ya existe y que trabajaba sin
el Estado, a pesar del Estado o contra el Estado, y que simplemente necesitaban
ser reconocidos.
Se necesita de muchísima
voluntad política para hacer cambios de esta magnitud….
Esa es la primera condición. Si uno
de verdad cree que en la educación y la cultura está una parte de la respuesta
a los problemas de nuestra sociedad, tiene q volver eso decisión política y
presupuestar para ello. Lo contrario a la inseguridad no es la inseguridad,
es la convivencia. Por lo tanto, la manera de construir seguridad no pasa sólo
por la policía, la vigilancia o el fortalecimiento de los aparatos de control,
sino por la generación de convivencia, que se obtiene con proyectos sociales,
educativos y culturales de muchísima envergadura.
Te voy a mencionar dos ejemplos en
Medellín: los parques biblioteca y los centros de desarrollo cultural.
Construimos cinco parques bibliotecas que ya están funcionando y estamos
construyendo otros cinco para entregar este fin de año-principios del otro. Un
parque biblioteca es un espacio de unos 15 a 20 mil metros cuadrados de parque
con un edificio de 5 mil metros cuadros, con costos promedio de 8 millones de
dólares en construcción y equipamiento, con 22 mil libros, 220 computadoras,
internet banda ancha de uso gratuito, auditorios, salas de exposiciones,
teatros, salones de trabajo, aulas para talleres, biblioteca infantil y de
adultos, ludoteca, cafeterías, es un gran centro cívico donde la cultura es lo
predominante. Estos parques cierran solo 25 de diciembre y 1 de enero,
trabajan incluso jueves y viernes santo.
A ellos asisten 85 mil personas
cada semana entre los cinco que existen, y están ubicados en los barrios más
pobres de la ciudad.
¿Han mejorado las estadísticas
sociales? ¿Han medido el impacto en la población?
Nos hemos concentrado en medir dos
cosas: cómo aumenta la calidad de vida, que es lo fundamental, y cómo van
variando los índices de violencia. Esto porque es un error medir los resultados
sólo por la baja de los índices de violencia porque hay factores internos, como
el narcotráfico, que si hace un embate como el que está haciendo ahora suben
los homicidios a pesar de que hagás lo que hagás.
Hoy Medellín es la ciudad con mejor
calidad de vida del país en los últimos tres años, con mejor gestión pública en
recursos y con múltiples premios internacionales.
Además, en los últimos 20 años
hemos logrado bajar en un 91% la muerte por homicidio en los últimos en la
ciudad, esto por un proceso que empezó hace 20 años, pero que se ve apoyado por
este trabajo de profundizar y de recuperar los barrios.
¿Cuáles serían las pautas
básicas que debe tener en cuenta un país, ciudad o municipio que quiera seguir
el ejemplo de Medellín?
Son tres cuestiones básicas. Primero, reconocer la cultura como un derecho fundamental de la sociedad. La cultura no puede ser un lujo ni un accesorio. El derecho a la cultura y la cultura como derecho.
Son tres cuestiones básicas. Primero, reconocer la cultura como un derecho fundamental de la sociedad. La cultura no puede ser un lujo ni un accesorio. El derecho a la cultura y la cultura como derecho.
En segundo lugar, se deben incrementar
los presupuestos públicos para la cultura. Lo ideal sería que los países
destinaran al menos el 1% de su presupuesto nacional y las ciudades al menos el
5% a la cultura. Ahora andamos en una campaña de cultura viva comunitaria
continental para solicitar el 0,1% de los presupuestos nacionales a apoyo de
proyectos de cultura barrial y comunitaria.
Por último, se debe profundizar en
ingeniería y jardinería cultural: dotar a los barrios más pobres de grandes
equipamientos culturales, y reconocer lo que ya existe en los barrios:
graffiteros, la danza, los raperos, los artistas plásticos, y verlos como
procesos de resistencia pacífica contra todas las formas de violencia. Si nos
dedicáramos más a escuchar y potenciar eso que ya existe tendríamos una parte
de la respuesta a los conflictos que estamos viviendo en nuestras sociedades.
Hay que tener en cuenta eso sí que
cuando inauguramos un parque biblioteca, por ejemplo, el día que se corta la
cinta, no es un meteorito que cae en el barrio, hay un trabajo anterior con la
comunidad de construcción de su plan de desarrollo cultural, de sensibilización
y formación ciudadana para la apropiación del parque. Un parque biblioteca se
va haciendo antes de construir el edificio. Lo fundamental es el contenido y
hay que planificar bien para no improvisar.
Natalia
Rodríguez Mata
Tomado de:http://redcultura.com/php/Articulos802.htm#sthash.9CVZCB40.dpuf
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